Reseña del 1er encuentro RAAI_nov2011

de itacates y autonomías…

¿Grupos de consumo crítico?

¿Cooperativas de consumidores ecológicos?

¿Asociaciones de consumo solidario?

¿Qué son?

Diferentes nombres para una misma cosa que aunque puede tomar infinidad de formas tiene una sola idea detrás: Explorar maneras de consumir alternativas que tengan en cuenta las necesidades de consumidores y de productores al mismo tiempo. Puede que busquen romper con las dinámicas hegemónicas de producción y consumo del mercado capitalista. Quizás busquen un modo de repensarse como consumidores al conocer exactamente de dónde salen sus alimentos y cómo se producen. Tal vez quieran reducir los impactos negativos que su consumo tiene en el medio ambiente. O puede que simplemente pretendan comer sano y sabroso sin que esto tenga que ser un lujo.

En cualquiera de los casos, estos grupos o cooperativas de personas inquietas, se juntan y se organizan para contactar con productores ecológicos (mayoritariamente alimentos), y se reparten de manera rotativa las tareas de gestión de las comandas, para realizar compras conjuntas. Se forman por proximidad territorial, por barrios, pueblos o ciudades, para simplificar y abaratar la distribución; y de manera asamblearia toman las decisiones sobre los productos y los productores a escoger.

No existe un solo modelo, pero muchas experiencias empiezan con el compromiso de consumir un lote mínimo de alimentos de huerta semanales o quincenales, como una cesta de la compra de productos variados, frescos y de temporada. Una comisión se encarga de recoger la comanda, hacer el pedido, recibirlo y distribuirlo. Es necesario un espacio donde se pueda almacenar los alimentos, pero es aconsejable que el día de distribución sea el mismo que el que se reparten los productos. De esa cesta básica puede ir creciendo la variedad de productos ecológicos que se consumen, a medida que crece la red de contactos con productores ecológicos del área y otras cooperativas. También puede ir creciendo en número de unidades familiares que participan en el proyecto, aunque puede ser aconsejable poner un límite a ese crecimiento para que la gestión de las reuniones, las compras y el reparto, sea más eficiente, así como más próxima la relación entre los mismos consumidores. Algunas crecen hasta convertirse en grandes dispensarios de productos para socios, alcanzando más acceso a la población con el sacrificio de menor implicación de los socios y las socias en el proyecto.

Estos grupos están funcionando en muchos sitios del mundo desde hace años y su auge es imparable porque implican romper la barrera entre el consumidor y el productor a la que nos acostumbra el imperio de las grandes superficies comerciales. Pretenden construir un nuevo modo de relación consumidor-productor basado en la confianza, la proximidad, la transparencia, el compromiso, la solidaridad y la mutua satisfacción de necesidades. Por fin la gente sabe de donde viene lo que tiene en su mesa, y también las condiciones sociales y medioambientales en que ha sido producido.